Friday, May 25, 2007

Hornadas Irritantes

Siempre me ha apasionado la historia del actor que acaba asumiendo como propio uno de sus papeles. En esta historia el actor es Ignacio Mª Gasca, un (ya) treintañero donostiarra, de aspecto singular-simpático que estudiaba como muchos una carrera con la que salir al paso de cualquier crítica familiar (de suegras, abuelas y envidias varias, evidentemente). En el caso de este señor, la carrera elegida era la misma que la del jefe espiritual del rebaño hogareño. Pero claro, siempre pasa al compararse. Se mira uno al espejo, mira a los demás y... decide emprender la aventura de la fama. Aventuras con la armónica, con Barcelona y, por supuesto, con Madrid. Así que opta por pasar a ser el eje del show en La Banda Sin Futuro. Con él ya estaba su fiel Alejo. Un proyecto de los que se deben calificar como visionarios en base a su carrera con el tiempo (sí, como P.I.L., Tom Verlaine o Richard Hell). Su escala es más pequeña: se reduce a tres provincias (o cuatro) en una porción de tierra escarpada, singular en idioma y tradiciones. Surgen piezas como Harrisburg es el sitio ideal o Dios salve al Lendakari, inequívocas muestras del origen del Rock Radical Vasco. Como casi todos los adelantados al tiempo no sacaron excesivo partido a su creación. Ya sabes, hacen falta tres condiciones: espacio, acción y tiempo.

En los primeros ochenta, Madrid es el paraíso ideal tanto para mediocres como para falsificadores o para genios. Todos querían apuntarse al carro de la originalidad. La verdad es que poca gente podía irse a Londres, mirar, volver a España y después opinar. Si esto hubiera ocurrido, probablemente ahora no se hablaría de la "movida madrileña". Pero el Sr. Gasca no es tonto. A través de sus gafas de culo de vaso aprende un poco de marketing y publicidad con Alaska y Los Pegamoides. En Ejecutivos Agresivos conoce el éxito efímero, el contacto con el (gran) público y el contacto también con la estupidez nacional generalizada en cuatro paredes que se hartan de llamar la "caja tonta". Ya está todo preparado para la gran aparición.
Tienen etiqueta: "Hornadas Irritantes". Tienen ideal: acabar con los babosos. Tienen contactos y amistades: consulta los números uno de la actualidad (Alaska, Gabinete...). Ya lo tienen (casi) todo. Además de dos nombres. El grupo: Derribos Arias. El presunto líder: Poch o el "vasco demente" en acuñación del reputado (todavía no sé muy bien por qué) Fernando Marquez.
Así que han pasado cuatro años largos de trayecto: 1977-82. Nuestro actor ha ido recorriendo el duro aprendizaje de su papel. Es el líder demencial de una banda demencial incluída en una etiqueta demencial. Llega 1982. Año crucial. Año del despegue. Derribos Arias triunfan en el V Concurso de Rock Villa de Madrid, se presentan como uno de los grupos de las Hornadas Irritantes, graban y... confirmación a nivel nacional: radio (el incipiente Diario Pop y televisión (Pista Libre). Comienza el boom de las independientes. Empieza el negocio. Lo primero es un
EP en Grabaciones Accidentales. Tres canciones del nivel aberrante de Branquias bajo el agua, la burla siniestra a modo de himno en Virgenes sangrantes en el matadero y la ya mentada e irresistible Dios salve al Lendakari.
Salen las primeras actuaciones por el territorio nacional con que engrosar la leyenda. A finales de año doble invasión en maxi y en EP. Idéntica portada, idéntico título, idéntica cara A (extended y reducida), diferente cara B. Es A-Flúor. En la tele contemplaríamos un jocoso vídeo de esta canción.
La formación ha incorporado entre un disco y otro un nuevo miembro, viejo conocido de La Banda Sin Futuro, Paul. Un batería por una caja de ritmos. Dilema perenne.
Lo mejor de la doble propuesta son sus dos caras B. La epiléptica Quién hay con la estupenda Teresa Verdera intentando sostener una conversación con el cada día más en su papel Poch; o la irónica Tupés en crecimiento muy apta para ponérsela a los yogkers, una auténtica invasión en mi city. ¿También en la vuestra? Una vez más don Ignacio se adelanta al tiempo

El trampolín sigue cuesta arriba. Unas condiciones indecentes, caóticas e inimaginables hoy, marcan la prueba de fuego del primer (y único) LP. En la guía, en el listín es grabado durante fines de semana, por las noches, etc. Para entonces Derribos Arias ya han hecho una memorable (tan memorable como la de Siniestro) actuación en la I fiesta del Diario Pop en Rockola, retransmitida a toda la nación vía Radio-3.
Decía que el primer LP va a ser la confirmación del talento de Poch & Cía a pesar de que, en mi opinión esté el lunar de la ovejera Derribos Arias. Si viste la versión de Caja de Ritmos estarás de acuerdo en nominarla fuera de lugar en un LP incomparable. Claro que hemos dado en el quid de la cuestión: el concepto de los temas que tenían Poch y Derribos Arias. Ignacio Gasca no se cansó de repetir que a él no le gustaba tocar siempre las canciones igual. Eso lo hacen Los Secretos y Nacha Pop.
La presentación del disco es todo un acontecimiento social en el que se reúnen famosos y gorrones varios. Lo que podríamos llamar el respaldo de la movida madrileña. De aquí a las provincias... Comienzan las actuaciones de subida y las actuaciones de bajada. Contemplar en directo a tres / cuatro señores perpetrando un concierto de bajada es una experiencia nada deseable incluso para un Derriboadicto. Aburrían hasta a las piedras. Aunque si te lo tomabas como parodia de los conciertos-fantoches, músicos de alquiler, estrella condescendiente ("sois un público maravilloso"), la cosa variaba. En las de subida, en cambio, pasaba de todo y todo para regocijo de las estrellas y su público.
A la vez que esto ocurre se cuestiona la continuidad del cervecero Paul. Los contactos con las sustancias son intensos y el batería de origen checo prefiere el líquido rubio. Triunfan las vitaminas. Vuelve la caja de ritmos. Más caos.

1984. Es el año del asalto a la gran tarta de los números uno. Radio Futura, Golpes Bajos se encaraman en los áticos de las listas (¿de ventas?). Derribos lanza un (viejo) disco de caos controlado, Disco pocho para asaltar las discotecas, las emisoras. Resultado: pérdida de credibilidad, no sólo como locas personalidades sino como esperanza chirriante. No se crea nada, se versionean light a sí mismos. Resbalón y cuesta abajo. De nada sirve salir en televisión ahora. Críticas a actuaciones desangeladas, con una caja de ritmos que machaca por encima de las guitarras, que es lo que más quieres oir. Poch se pilla en las actuaciones unos martillitos con los que aporrea el micro. Al quinto tema todos los asistentes querrían que el martillo se lo metieran por la boca. El mito por los suelos. ¿Acaso alguna vez no fue un mito de los suelos?

La CBS está seca de ideas. Mecano siguen vendiendo, pero se ha tirado el dinero en otras cosas como Trastos. El asunto funcionó con Ilegales. Ahora le toca el turno al pirado. A Poch. En medio de un mar de sustancias químicas sale un disco evidentemente acertado pero con forzada mira a su papel y a lo que comercialmente pueda dar su rol. Falso por narcisista, falso por engreído, falso por ser un disco con intención mítica pero que más parece copia de copia de un original lejano. La vieja historia: ¿Se le han acabado las "tonterías" al vasco loco?

Desde ese 1985 hasta hoy pocas cosas. Años nefastos de "horóscopos inauditos". Intentos de resurrección con la inestimable ayuda del ex batería de Nacha Pop, Ñete (culpable indirecto del despersonalizado último trabajo de los Nacha), pero vuelta a sumergirse en aventuras líquidas.
El genio en una botella. El papel arrastrándose por las noches. El actor a la búsqueda de un nuevo papel. ¿Lo encontrará en las oscuras noches madrileñas?

Texto: Manolo D. Abad
Fotos:Nacho Ballesteros

1 comment:

Aitor Bigas said...

Menuda mierda de esctrito, está muy claro que no tienes ni idea de las hornadas irritantes. Paleto.